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Complicado Liderazgo

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Querido diario Fue un viernes por la tarde, casi a la hora de la comida. Yo más nerviosa que lo que acostumbro, cuando me cito con alguien. Saliendo del metro bellas artes media hora antes de la hora citada Con ropa cómoda holgada, de tejido tipo estambre, pero no tejida a mano y con calzado apropiado para caminar mucho o subir una montaña si fuese necesario. Un peinado sencillo bastante suelto. Con apenas un poco de maquillaje en ojos y labios,  medias negras en las piernas. Y una pequeña mochila negra con apenas los indispensable.   Todo planeado por que pensé podría suceder (caminar mucho) en caso de seguir una ruta rumbo al castillo de Chapultepec (desde la Alameda central). Había antecedentes de eso con la persona que esperaba ver ese día. Sabía muchas historias de varios chismes con otros compañeros y compañeras del grupo. La mayoría convenientemente verificados. El lugar de encuentro es de por sí icono de la ciudad de México. Pero para nuestro grupo...

Poema a la quincena

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  Por fin has de llegar querida mía y entre mis manos te veré un momento, para luego sufrir el cruel tormento de que te esfumes por completo el mismo día. Y te irás prodigando tus favores a esa gente que nunca ver quisiera; al banco, al super, la casera, y a todos los malvados acreedores. Dos veces al mes con tu llegada, se enciende la luz del firmamento, y por algún momento cruel se pospone tu venida, me duelen los bolsillos cuando pienso. No sé por qué extrañas razones, te pusieron por nombre “LA QUINCENA”, ya que por tus miserables proporciones, apenas alcanzas pa’comer y no se cena. Yo quisiera que tuvieras pocas retenciones o que éstas fueran menos rudas, para poder comprarme algunas ilusiones, y gozar también de las maduras. Sé puntual y alivia nuestro infierno, aunque tu alegría sea instantánea y pasajera; pues los miles y miles empleados de gobierno, no logramos hacerla y la pobreza desespera. La quincena es un pase que nunca llega a gol, pues voy a Foly, Wal Mart y Soriana...

Eres una copia

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Por: Dulce Teresa Querido diario, hoy es un día típico de viernes.  El trabajo demandante, como siempre. Y salir corriendo para llegar a entrenar en taekwondo, como de costumbre. Dirigir una clase a personas casi todas de edades menores a los 30, pero mayores de 18. Y antes de salir practicar casi a solas con otras cintas negras, formas avanzadas. Salgo acompañada por el, si ese el que me importa. Vamos por una de mis cenas pecado preferidas, los tacos de suadero. No son de los mejores, me refiero a que ese día el lugar a donde fuimos a comprarlos, no los hacia tan bien como en otros lugares.  Llegamos a casa y sentados en la mesa, comiendo sin prisa comento casual, sin mucho interés en realidad: "Eres una copia cuando.. no piensas y haces lo que hacen los demás. Dices groserías, te gusta  el fútbol, eres guadalupano, te emborrachas en las fiestas, etc.  Y la única causa o razon es.. Porque a los que tu conoces, lo hacen también. Eres el borrego automático que sigue ...

Bella danza en el bosque

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No hace mucho tiempo, en una tierra muy extraña..  Chapultepec entre la tercera y segunda sección. En un rincón escondido del bosque, un pequeño espacio abierto rodeado de arboles, pasto, arbustos verdes con salpicaduras de flores rojas.  Daniela organizo un pequeño detalle para demostrar una de sus pasiones, la bella danza, como se diría en español.  Ella encendió la música desde su celular, aumentando el volumen al máximo. Lo dejo cerca junto a su mochila y se coloco al centro del claro. Alrededor de 7 velas enanas y gruesas de color rojo, estaban encendidas formando un cirulo amplio.  Sus manos tenían en cada dedo una especie de anillo en plata, que a medio dedo no estaban totalmente cerrados y su diseño era como de hilo de plata tejido, formando aparentemente glifos mágicos. En la punta de cada dedo igual en plata y con diseño de hilo, unos sustitutos de uñas largas. Y bajo ella se adivinada que sus uñas naturales estaban perfectamente recortadas, como debe ser...

Trabajando el amor

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  Cierto día mientras esperaba que Daniela saliera de la oficina.  A algunos pasos de la Diana cazadora, sobre la avenida reforma.   Me llamo al celular Daniela. Comentando que necesitaba mandar unos correos antes de finalmente salir. Me senté en una media luna de piedra mirando al costado de la glorieta con su fuente de agua encendida. Apenas había pasado una mujer de mediana edad, quizás no mas de 35, vendiendo paletas de leche de cabra. Como de costumbre compre varias para regalar y ayudarla.   Entonces se me ocurrió algo y le pregunte por el celular:   < ¿Te gustaría que los que no tienen un hogar, lo tuvieran? >   Ella de inmediato y segura respondió:   < Si >   Y le replique entonces:   < Y … ¿trabajarías por construirles un hogar? >   Una pausa que pareció muy larga, al parecer lo pensó bien antes de responder:   < Tal vez nunca … siendo sincera. Tal vez en el fondo s...

Alas en llamas

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La esperaba mirando al Angel de la independencia. Ella llego en su moto y se detuvo frente a mi, que estaba en la banqueta. Me hizo la seña que regresaba, primero busco un lugar donde guardar la moto. Con pantalón de mezclilla, una mochila negra de piel pequeña a la espalda y una blusa que dejaba ver el ombligo. Aunque lo que resaltaba era su gorra de tejido con orejas de gato. Podía bajarla y se convertía en una mascara que cubría su cara, incluyendo nariz y boca. Tenia un nombre complicado, ya que sus padres originalmente vinieron de Europa del este en lo que fue una vez la unión soviética. Pero le gustaba que le dijeran simplemente Yeni.   Caminamos por la zona rosa a un restaurante que al mismo tiempo era librería, la idea era almorzar. Mientras nos traían lo que ordenamos, saco un cuaderno empastado en piel desgastada, con símbolos mágicos. Me lo mostro, pero no entendí nada ya que era evidente que estaba escrito en alguna lengua de tipo ruso. Con varios dibujos muy hermos...

El bien que se hace con el mal se paga

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LEALTAD SI ALGUIEN TE TRATA BIEN, TU CORRESPONDES TRATÁNDOLO BIEN. Fue hace mucho tiempo que sucedió esto, en los tiempos en que el hombre aún no olvidaba el lenguaje de los animales. Ocurrió en un pueblo alejado de las pequeñas ciudades que hoy son grande urbes, donde vivía un campesino de buen corazón llamado Leandro con su esposa, una mujer muy ambiciosa llamada Carmen. Ella y Leandro vivían en una choza humilde, motivo por el cual Carmen recriminaba a su esposo diciéndole -¡Ay mi amor!, si tan sólo no fueras un simple campesino podríamos tener nuestra casita de cemento, como mi comadre Lupita; a ella ya le paro su casa el marido, porque el muy suertudo consiguió un buen puesto en la alcaldía, con decirte que ya hasta andan estrenado carroza nueva-. Y eso era el pan de cada día, pero a Leandro no le preocupaban los comentarios de su esposa, pues él veía las cosas de otro modo, sabía muy bien que el esposo de doña Lupita, la comadre de su mujer, había llegado a ese pues...